HACE BASTANTOS AÑOS, ME COMENTÓ GOYO LA ANÉCDOTA REAL DE CÓMO FUE LA PRIMERA VEZ QUE VIO A ARMINDA, ESTO LO DEBERÍA HABER ESCRITO ÉL, PERO FIEL A MI TRADICIÓN Y FORMA DE SER LO VOY A TRANSCRIBIR NO SÉ SI TAN BIEN COMO LO HARÍA EL
Corría el año taitantos, acababa de cumplir mis diez años, nunca había estado en León.
Fue un domingo por la mañana, salí de San Justo en el coche de línea de las ocho, era la primera vez que veía una ciudad, del viaje lo único que recuerdo es el olor a gasolina y el azul del cielo, pero de lo que ví en León –de lo que ví- guardo un recuerdo maravilloso.
Al llegar a la estación de autobuses de León estaba emocionado, asustado y feliz a la vez, lo único que hacía era mirar a la gente, había tanta y tanto coche, paseé por las calles mirando los edificios, pero lo mejor de todo estaba por llegar. Lo mejor de aquel primer viaje que yo hacía a la ciudad fue a partir de las once-doce de aquel domingo maravilloso, llegué a la CATEDRAL que aparecía de pronto al final de aquella calle que subía suavemente hacia lo alto, me impresionó la CATEDRAL, era un sueño, una foto, un pastel de nata, un decorado de cine alzado en el centro de la ciudad, como decorado la recuerdo, después la he vuelto a ver muchas veces e, incluso a recorrerla de arriba abajo, desde las catacumbas del topo (el que, según la leyenda, devoraba los cimientos de la iglesia mientras la estaban haciendo y cuya piel gigantesca todavía cuelga de una pared) hasta el alto del campanario que corona la más vieja de las torres y desde el que se puede ver toda la ciudad.
La catedral no hay que mirarla hacia lo alto, como hace toda la gente, sino hacia abajo, en el fondo del agua de la pila que hay junta a la puerta, y en la que al contemplarla la CATEDRAL parece como si se hubiese dado la vuelta, como si, de repente se hubiese inundado de agua y las vidrieras se reflejasen en ella , al tocar el agua con los dedos aquella primera vez, las vidrieras temblaron y ella ARMINDA apareció con su cara reflejada en el agua, me giré la invité a que tomara el agua bendita de mi mano, aceptó, el escalofrió que recorrió mi cuerpo me afirmó que esa mujer debía de estar predestinada para mi, ya que cerraba el tríángulo de aquel hermoso domingo de mi vida LEON LA CATEDRAL Y ARMINDA.
No lo he olvidado jamás, me senté dos bancos detrás de ella, y la contemplé durante todo el tiempo que duró la misa.
esa es la verdadera historia de la primera vez que Goyo vio a Arminda en León y en su catedral.
TITULO: LEON, LA CATEDRAL Y ARMINDA
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